Cuchillo de palo.

Tengo yo un amigo muy majo al que le gustaría ser terapeuta. Ha vivido mucho, tiene buena cabeza, y el corazón en su sitio. En mi opinión, lo tiene todo para ser un gran profesional, ayudar a un montón de gente, y ganarse la vida haciendo algo que le apasiona. Sin saber que yo pienso esto de él, ha cometido un garrafal error: ha decidido empezar a estudiar la carrera de psicología. Es un error al que se ha visto forzado, ya que lo hace para poder ejercer. Pero yo sufro por él. La carrera le va a deformar. 

La psicología que se estudia en la universidad está tan alejado de la terapia como la química inorgánica. En mi opinión, estos estudios deberían de recibir el nombre de ciencias cognitivas, o algo así pomposo, a la altura de sus ambiciones. Sin embargo, todo el que entra en la facultad, lo hace para convertirse en terapeuta. Empiezan la universidad con ilusión, y salen de ahí cuatro años después, deprimidos, con un amasijo de conocimientos irrelevantes para la tarea que querían desempeña en un principio , pero peor aún, sin ser conscientes de ello. Una mezcla de frustración y culpa les corroe por no saber hacer lo que no les han enseñado a hacer. No solo eso, lo más dolorosamente irónico es que solo se puede hacer terapia si estudias “eso”. Es como si a las personas que quisieran ser ingenieros informáticos fueran forzadas a estudiar filología eslava para poder programar legalmente.

Y no digo que el concierto académico no sea válido. Lo es. Muchísimo. Y tiene lógica que la psicología, etimológicamente la ciencia de la mente, decidiese salir de la especulación filosófica, y haya intentado ser científica. Pero ha fallado: el fruto de sus esfuerzos es más valioso en el campo de la economía, el marketing o la tecnología, que en el de la salud. Y la gente que sufre no encuentra consuelo alguno en tanto profesional confundido. 

¿Qué se estudia en psicología? Cosas interesantes, sin duda. Por ejemplo, cómo percibimos estímulos de distintos tipos . Cúal es la naturaleza de esos estímulos. Cómo procesamos y aprendemos información. Cómo y por qué recordamos las cosas. Cómo se desarrolla fisiológicamente nuestro cerebro para poder hacer todas estas cosas. Sesgos a la hora de tomar decisiones. Y por encima de todo, se estudia cómo se estudian estas cosas: estadística y metodología. Cosas interesantes sin duda. Con esta información el psicólogo se erige en rey definitivo de las sobremesas, compitiendo cara a cara en este terreno con los licenciados en humanidades. Pero no aprende nada, nada, que pueda servir para ayudar a nadie. Lo cual es terrible. Porque la gente necesita ayuda. Y la facultad de psicología es donde la sociedad espera que se formen las personas que han de dar esa ayuda.

Dave Chappelle señala que este año nos hemos visto forzados a tener una crisis individual, de forma colectiva. Durante el confinamiento, todos, de manera simultánea, hemos tenido que revaluar nuestras vidas, quienes somos, donde vivimos, que es lo que hacemos, y con quién lo hacemos. Mucho sufrimiento. Mucho trabajo por hacer. Ojalá todas esas personas encuentren consuelo. 

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