Nuestra extraña libertad de prensa.

Voy a escribir una opinión normal: para evitar a guerra, la muerte y la destrucción de Ucrania, todo este terrible conflito, Ucrania debería simplemente haber renunciado a entrar OTAN. No es importante que entren en la alianza, y las consecuencias humanitarias y económicas serán fatales. No estoy diciendo que sea una opinión correcta, solo que es una opinion normal.

Desde hace décadas existe un acuerdo implícito entre Rusia y Occidente, Ucrania sería una “almohada” (no encuentro una forma mejor de traducir buffer zone) entre la OTAN y Rusia, y violarlo atenta contra el orden mundial consensuado. Y además es inútil porque Rusia ya está rodeada por decenas de países de la OTAN. Rodeados: Letonia, Estonia, Lituania, Polonia, Hungría, Bulgaria. ¿Para qué queremos otro más? ¿Es que vamos a invadir Rusia?. ¿Es realmente necesario para la seguridad mundial que haya misiles nucleares a cien kilómetros San Petesburgo?.

There goes my hero

Yo veo la Sexta compulsivamente. Ferreras ejerce un efecto hipnótico en mí. Supongo que es porque ver a otro gordo calvo, teniendo tanto poder y éxito me da esperanzas en un futuro mejor. Todos necesitamos referentes. No solo las niñas que quieren ser astronautas. También veo la Primera, porque no hay anuncios. Ya no veo la mesa de análisis de Tele5, porque Ana Rosa está malita, y no suelo ver Antena 3 porque Susana Griso me pone palote, y francamente me gusta empezar las mañanas tranquilo.

Pero estoy estupefacto: Ferreras, Pastor, Prisa, Mediaset, y el resto de todos los putos medios se niegan a nombrar el párrafo con el que empezaba este artículo. Ni una columna aislada, ni un editorial tibio. Nunca he visto una campaña mediática tan pro-guerra, una narrativa tan forzadamente única en una democracia plena como lanuestra . Una única versión 24 horas al día. Putin es malo, y la guerra es un capricho suyo porque está loco. Putin es Hitler.

Claro, Putin ha ganado como diez elecciones seguidas, el pueblo ruso le adora (hablaré de eso en el próximo artículo), pero es un dictador, un tirano y un loco. Es Hitler. Es peor que Hitler. Superhitler. Mientras tanto nosotros tenemos a Assange en un hoyo, a Snowden escondidom y apoyamos el genocidio en Yemén, del que no se habla porque Arabia Saudí tiene pasta en todos los medios internacionales. Y estamos buscando apoyo energético dictaduras como la de Venezuela e Irán, que supongo que a partir de ahora serán democracias ejemplares.

Pero la mayor sorpresa para mí es que los periodistas podemitas habituales que vemos en la tele y amamos (Maestre, Elísa Beni, Escolar hijo, Fernando Berlín, Llamazares, etc) todos esos radicales de ultra-izquierda, referentes del pueblo y la información independiente del malvado IBEX , estos estos líderes de opinión que se enorgullecen de trabajar en medios independientes y autofinanciados, están en la misma narrativa. Y sé que no se creen lo que dicen. Porque son cultos, y leídos, y saben que este complejo conflicto no empezó hace dos meses, sino que sus raíces se remontan a 1989, y que el 2014 fue un año clave para entender lo que pasa ahora. ¿Y por qué tragan? ¿Por qué dicen palabras que no se creen? Porque saben que si dicen algo tan sencillo como “Todo este conflicto se hubiera evitado si Ucrania hubiese renunciado a entrar en la OTAN”, no volverían a salir en la televisión. Perderán su trabajo y tendrían que trabajar en IKEA, como todos nosotros. Menudos cagados. Menudos hipócritas.

Incluso Ana Pardo de Vera, directora de Público, intentó dar una opinión propia en la tele, y 24 horas después tiró de freno de mano y expresó una opinión opuesta, y alineada con la narrativa oficial. Se veía trabajando en el Primor, y dijo, bueno, ¿qué es una idea propia al fin y al cabo?.

Mientras tanto Ferreras y Pastor denuncian la censura informativa en Rusia, mientras someten a España a una única visión del conflicto. Apoyan toda censura y boicot a cualquier cosa rusa, aunque no tenga nada que ver con Putin, sea un bailarín, un nadador o una empresa de reformas de Leganés. Estamos cegados por la luz de gas.

Y ahora vayamos al gobierno. No soy fan de Podemos, pero esperaba algo más de ellas. Desgraciadamente, la nueva izquierda es igual que la vieja izquierda. La nueva política es igual que la vieja política. Pensnado lo mismo, se han peleado por el poder, se escindido por el poder, y al final han quedado como líderes(as) los mediocres, agarradas a la silla. Ire y su compi de clase. Cuando las veo en el consejo de ministros me recuerdan a cuando hacíamos trabajos en grupo en la uni. Cuando las oígo hablar no me siento particularmente inspirado, por ser suave. ¿Como denuncian esta compleja situación el partido más a la izquierda de la izquierda? Con un infantil “no a la guerra”, cantando y dando palmitas . Parecen tontas. No son capaces de un análisis más sutil que dar palmitas y repetir eslóganes del todo a 100. Id a Moscú a dar palmitas. Reuniros con Anthony Blinken o Victoria Nulen y dar palmitas. Seguro que se soluciona todo.

¿Y Yolanda, miembra del PCE y flamante prologuista de la nueva edición del Manifiesto Comunista? Calladita y a seguir el juego. Se ve llegando lejos en política (mi predicción es que acabará en el PSOE), y ha abdicado de su convicciones. Y es una pena porque Yolanda era mi favorita. Me encantaba, por temperamento, por su inteligencia, por su talante, y por muchas de sus ideas. Pero al final ha mostrado ser otra burócrata más.

Nuesta verdadera patria parecen ser las empresas armamentísticas americanas.

Pedro dice que estamos en el lado correcto de la historia. Cuando por esta mierda de guerra, que ni nos va ni nos viene, contra un país que tiene el PIB de España teniendo ocho veces más población y Dios sabe cuanto más superficie, cuando el precio por litro de gasolina sea de diez euros por litro, cuando las empresas de construcción cierren porque el precio de las materias primas es tan alto que nadie puede construir o hacer reformas, cuando la inflacción haga que tu poder adquisitivo se reduzca un treinta por ciento, cuando los cientos de miles de refugiadas ucranianas lloren hasta la última lágrima, cuando cientos de miles de hombres ucranianos acaben convertidos en carne picada, y toda Ucrania esté hecha cenizas, habría que preguntarle a Pedro ( y a Macron, a Olaf, a Johnson) ¿de verdad que estamos en el lado correcto de la historia? Nos hemos pegado un tiro en el pie que nos quedaba sano, solo para que las empresas americanas puedan vender miles de milllones de dólares en armas a Ucrania ¿Para eso nos hemos sacrificado? ¿Para eso les hemos sacrificado?. ¿Por qué no cambiamos el bonito escudo de la bandera española por el logo de Ratheon? Tendríamos más claro cual es nuestra verdadera patria.

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