Hegel no vale para pandemias.

Todos los libros de autoayuda comienzan diciendo que crisis es una palabra de origen griego, que significa oportunidad. A su vez, todos los libros de espiritualidad, comienzan diciendo que persona es una palabra de origen griego que significa máscara. En la película Mi gran boda griega, el padre de la protagonista asegura que todas las palabras son de origen griego, incluída ketchup. Mi gran boda griega bien podía haberse llamado mi gran boda siria. Todos los señores de esa zona se parecen mucho.

Además de alimentos no perecederos (arroz, aceite, macarrones), harían bien en acumular libros de autoayuda y espiritualidad. Serán necesarios para soportar lo que nos viene por delante. Así mismo, sugiero que acumulen también libros de historia de las ideas y teoría política. Porque la democracia está en peligro.

¿Qué pasará cuando se descubramos que los países que mejor han gestionado la pandemia, y que por lo tanto están mejor económicamente, son países con líderes fuertes (Alemania) o incluso, dictaduras (China)?. Ante el caos administrativo, político e informativo, un régimen autoritario no parecerá una mala idea.

El clima político pre-covid, con el ambiente polarizado por movimientos marxistas cutres (feminismo queer, Black Lives Matter) y los nacionalismos conservadores (Brexit, Trump o el Frente Nacional en Francia), nos ha dejado a la mayoría en el centro, mirando a los lados, como tontos. La pobreza, el caos y la muerte llevará a muchos a tomar partido por unos o por otros. Es la tormenta perfecta.

Volviendo al párrafo inicial, creo que sí que hemos perdido una oportunidad en esta crisis. Una crisis, en la que las personas, y no las instituciones, tenían la responsabilidad última. Y no hemos estado a la altura. Podríamos haber salido unidos como país, sintiéndonos orgullosos de nosotros mismos, quizás por primera vez desde que nos levantamos contra los franceses.

Yo soy de los que piensan que España tiene un grave problema de autoestima. Esta era una gran oportunidad para mejorarla. Pero en vez de intentar ser mejores que nosotros, simplemente hemos sido nosotros. Y así nos ha ido.

Porque en esta crisis, cada uno a lo suyo. El gobierno, la oposición, las comunidades autónomas, patronales, sindicatos. Y los contertulios. Todo idiota al que pusieran un micrófono delante, ha aprovechado para intentar vender su movida, sin importarle en absoluto el impacto sobre el conjunto. La lógica hegeliana, que dice que el progreso resulta de la fricción de bloques, no vale para superar una pandemia. Más bien nos ha llevado a la muerte, el caos (ahora sí, Isabel) y la ruina.

Una enfática llamada a la responsabilidad individual hubiera sido útil. Pero la responsabilidad individual es un pecado en estos tiempos de infantilización a través de lo políticamente correcto, en los que uno es consumidor antes que ciudadano, y los votantes son divas que no pueden ser ofendidas.

No todo es malo, ahora veremos si todos esos furiosos tweets escritos desde la seguridad del Estado de Bienestar están a la altura de su osadía. ¿Querías cambio de sistema? Pues toma dos tazas. Y un fusil.

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *