¿Quién es realmente Zelensky?

Ucrania: ese país que a todo el mundo se la sudaba hace diez minutos, y ahora es como nuestra segunda patria. Hablemos un poco de él. Hay diversidad étnica y cultural. Pero es un poco de coña. Es algo así como si la península ibérica fuese un solo país, y los españoles nos identificásemos como étnicamente españoles, y los portugueses como étnicamente portugueses. Y claro, muchos hablaríamos español, y otros portugués, y la mayoría los dos idiomas. Antes de que Zelensky dieran el salto a la política, apoyaba una Ucrania multiétnica y multicultural. La región del este de Ucrania es “étnicamente” según ellos, rusa, y hablan principalmente ruso. El Dombás y todo eso. Toda la región oeste es “étnicamente ucraniana”, y habla ucraniano. Y ruso. Ahora empecemos con el artículo.

Zelensky se ha convertido en un símbolo de la democracia, de la libertad contra la tiranía. Pero francamente, hay cosas sobre él que no encajan. Para empezar un cómico no se hace presidente solo. Jose Mota no llegaría a la presidencia sin el apoyo de… alguien, aunque fuese la vieja del visillo. Es simplemente ridicúlo. Ha habido una operación coordinada para poner a Zelensky en el poder. Y en este artículo voy a hablar de las personas de dudosa reputación que le han puesto ahí.

Todo un estadista

Entendamos quien es Zelensky. Es un actor de éxito, actualmente tiene 44 años, y no tenía experiencia política al llegar al poder. Zelensky es simplemente la marioneta de un corrupto y criminal oligarca de la peor calaña, lamado Kolomoiski. Porque en Ucrania también hay oligarcas. Kolomoiski es un ucraniano-israelí-chipriota. Uno de esos gánster, que de lo buenos que son como gansters, se convierten en Oligarcas. Vive en Suiza.

Kolomoiski controla la industria del gas y los medios de comunicación, entre otras cosas, y financia una milicias paramilitares en Ucrania. No es una teoría, es un hecho contrastado y público. No lo esconde. 14000 ucranianos étnicamente rusos, de los del oeste del país, han sido asesinados desde 2014, lo cual, no es muy guay, y es uno de los motivos de la guerra. Pero para que os hagáis una idea del poder que tiene, en Ucrania es ilegal tener doble nacionalidad. Él sin embargo, dice que no es ilegal tener tres, así que en paz. Una de esas personas con tanto poder en un país que las leyes no se aplican a él.

Master of Puppets

Kolomoiski está en la lista negra de Putin, por haber jodido a varios oligarcas rusos en acuerdos comerciales. Pero lo más importante es que Kolomoiski es nacionalista ucraniano antiruso. Es un nacionalista étnico. Odia a Rusia con todo su alma.

Kolomoiski financia terroristas sin complejos como hemos dicho. Él es el que financió el Batallón Neonazi Azov. ¡Siendo el judío!. Pero vio a estos desgraciados neonazis como una fuerza anti-rusa que le podía beneficiar. El músculo es músculo al fin y a cabo.

La pregunta, no obstante es, ¿como llegó Kolomoiski a entablar relación con Zelensky? Es como si Broncano entablase una casual relaciónd de amistad con Ana Patricia Botín. Sería raro (aunque por algún extraño motivo me los imagino follando sin problemas). Aquí viene la historia:

Kolomoiski es un tío listo, porque para tener tanto poder, aunque seas malo tienes que ser listo. Y sobre todo, peligroso. Y también es vanidoso. Se presentó a las elecciones para presidentes en 2014, después del golpe de estado del Maidan, y gastando muchísimo dinero, solo consiguió el 3% de los votos. Porque es feo, parece una ardilla, y en un Ucrania saben que es un cabrón corrupto.

Ahora llega la magia. Entendió que aunque se le dieran bien las corruptelas, su cara y su reputación no le iban a llevar al a presidencia. Así que encontró a Zelensky, y le contrató para realizar una serie de televisión que se llamaría “El sirviente del pueblo”. Producida por el propio Kolomoiski, trata de un simple profesor que se convierte en un personaje vira, gracias a un vídeo el que denuncia la corrupción en su país. La trama le lleva a fundar un partido y este humilde maestro, se convierte en heroíco presidente de Ucrania, dibujando durante cuatro años, un futuro idílico, en el que, siempre en tono humorístico (para que entre bien), Ucrania se integra en la OTAN y en la UE. En realidad Ucrania era, y sigue siendo, un país pobre y corrupto.

Ojalá la hubiera protagonizado Ignatius

La ironía: Kolomoiski es un cabrón corrupto como ninguno, que ha puesto a un presidente bajo la bandera de la lucha contra la corrupcion, para poder seguir él a sus anchas. Kolomoiski tiene productoras y domina medios de comunicación, por lo que financió e impulsó este proyecto hasta hacerlo la serie más popular de Ucrania.

Y ahora viene el giro. Kolomoiski entonces crea el partido, cuatro años después, “Sirvientes del pueblo” y presenta Zelensky se presenta como candidato a presidente. Sin experiencia alguna en política, gana. La serie ha sido básicamente una campaña electoral del cuatro años. Es un poco genial si lo piensas. Maquiavélico. Y ridículo. Imagina por ejemplo a Kevin Spacey presentándose a las elecciones y ganando, gracias a la popularidad de House of Cards. Es para descojonarse.

Así que Zelensky es simplemente una marioneta manejada por Kolomoiski, y Estados Unidos. Y no es una opinión. Hay pruebas de ello.

Para mostrarlas, ahora os presento persona más importante de la que quiero oshablar: Victoria Nulen. Para celebrar el 8M, diré que Nulen es una una mujer valiente e independiente, responsable de la diplomacia estadounidense en el Este de Europa, y que ingenio el golpe de estado, y que aparece en estos audios diseñando el gobierno de Ucrania en 2014.

No me hables de los audios….¿quieres una galletita? Están recien salidas del horno.

Zelensky sigue siendo un actor. No toma decisión alguna. Han sido Nulen y Kolomoiski quien ha diseñado el gabinete de Zelensky, apoyado por sus amigos en Washington. Entre ellos dos, Wendy Sherman, y Tony Blinken. Ucrania está gobernada por burócratas extranjeros y oligarcas corruptos. Son ellos los que han empezado la guerra. Estos cuatro carbones.

Más escandalosas pruebas: la compañía de gas ucraniana Burisma contrató al hijo drogadicto de Joe Biden, Hunter. Hunter Biden es ex militar adicto a las metanfetaminas, sin experiencia en nada más allá de éstas. Papá Biden le metió en la junta de directores de compañía energética Burisma, con un sueldo de 50.000 al mes. Con 50.000 € al año, no al mes, podrían vivir cuatro o cinco familias en Ucrania, uno de los países ás pobres de Europa. ¿Quien controla Burisma? ¿Quien le hizo el favor de colocar el hijo descarriado de Biden en un consejo de dirección? El puto Kolomoiski. Se cierra el círculo.

Y por cierto, Zelensky ya no es un demócrata, ha cambiado su visión de una Ucrania multiétnica y multicultural por una puramente ucraniana. Ucrania sigue siendo un país corrupto de cojones. Durante su mandato ha cerrado televisiones ucranianas que emitían en ruso (imaginad por un momento si aquí cerrásemos las televisiones que emiten en catalán o vasco). Mal asunto. También ha perseguido periodistas y adversarios políticos, así como al antiguo presidente Poroshenko. Y ahora en vista a las nuevas elecciones, está eliminando a todo candidato que se pudiera oponer a él. ¿Un héroe?

Y ahora vamos a lo que ha llevado a esta guerra. Intentaré resumirlo. Zelensky, o sus titiriteros, se salieron del acuerdo de Minsk. ¿Qué es el acuerdo de Minsk? Una acuerdo de paz entre Ucrania, Rusia y EEUU para pacificar la guerra que se produjo en el este de Ucrania en 2014. No se habla mucho de esta decisión de Zelensky, que sin duda precipitó la guerra. No en Al Rojo Vivo.

Y antes de acbar, abro un paréntesis: un tema «menor» del que nadie habla, pero en el que pienso todos los días. Y más esta semana del 8M en el que se habla más que nunca de las diferencias de género. La mayor y más ignorada razón por la que Ucrania no es una democracia es la siguiente: Zelensky no permite a los hombres salir del país. Entre los 18, y los 60 años, “están obligados a quedarse a defender el país”. Imagina que España, Dios no lo quiera, hubiese una guerra contra una superpotencia nuclear, con terrible con bombardeos sistemáticos y guerra urbana. Y habiendo, como ha habido en este caso, tiempo para evacuar el país y pasillos humanitarios, no me dejaran a mí, un inútil al que le duele la mano si escribe a boli, salir. Condenándome a morir.

Ante el miedo a que el país se vacíe, Zelensky ha obligado la mitad de su población, los hombres, viejos, gordos, débiles, fans del anime, emos, heavys, asmáticos, hipertensos, diabéticos y artríticos, a cualquier señor de mediana edad o post-adolescente imberbe, y que no ha cogido un ama en su vida, a quedarse para morir. Los está utilizando como escudos humanos. Es extraño que en medio de la hipersensibilidad por las diferencias de género nadie esté reparando en esta tremenda injusticia. Supongo que al fin y al cabo, sí que existe discriminación de género en nuestra sociedad. Cierro paréntesis.

Prometimos el cielo a los ucranianos. Ahora estamos armando rebeldes para que la guerra, que todos sabemos que van a perder, sea un conflicto de una década, como el Siria, un país en el que a día de hoy solo hay media hora de electricidad al día, y mi primas no tienen con quien casasare porque casi todos los hombres en edad de casar están muertos.

Nuestra extraña libertad de prensa.

Voy a escribir una opinión normal: para evitar a guerra, la muerte y la destrucción de Ucrania, todo este terrible conflito, Ucrania debería simplemente haber renunciado a entrar OTAN. No es importante que entren en la alianza, y las consecuencias humanitarias y económicas serán fatales. No estoy diciendo que sea una opinión correcta, solo que es una opinion normal.

Desde hace décadas existe un acuerdo implícito entre Rusia y Occidente, Ucrania sería una “almohada” (no encuentro una forma mejor de traducir buffer zone) entre la OTAN y Rusia, y violarlo atenta contra el orden mundial consensuado. Y además es inútil porque Rusia ya está rodeada por decenas de países de la OTAN. Rodeados: Letonia, Estonia, Lituania, Polonia, Hungría, Bulgaria. ¿Para qué queremos otro más? ¿Es que vamos a invadir Rusia?. ¿Es realmente necesario para la seguridad mundial que haya misiles nucleares a cien kilómetros San Petesburgo?.

There goes my hero

Yo veo la Sexta compulsivamente. Ferreras ejerce un efecto hipnótico en mí. Supongo que es porque ver a otro gordo calvo, teniendo tanto poder y éxito me da esperanzas en un futuro mejor. Todos necesitamos referentes. No solo las niñas que quieren ser astronautas. También veo la Primera, porque no hay anuncios. Ya no veo la mesa de análisis de Tele5, porque Ana Rosa está malita, y no suelo ver Antena 3 porque Susana Griso me pone palote, y francamente me gusta empezar las mañanas tranquilo.

Pero estoy estupefacto: Ferreras, Pastor, Prisa, Mediaset, y el resto de todos los putos medios se niegan a nombrar el párrafo con el que empezaba este artículo. Ni una columna aislada, ni un editorial tibio. Nunca he visto una campaña mediática tan pro-guerra, una narrativa tan forzadamente única en una democracia plena como lanuestra . Una única versión 24 horas al día. Putin es malo, y la guerra es un capricho suyo porque está loco. Putin es Hitler.

Claro, Putin ha ganado como diez elecciones seguidas, el pueblo ruso le adora (hablaré de eso en el próximo artículo), pero es un dictador, un tirano y un loco. Es Hitler. Es peor que Hitler. Superhitler. Mientras tanto nosotros tenemos a Assange en un hoyo, a Snowden escondidom y apoyamos el genocidio en Yemén, del que no se habla porque Arabia Saudí tiene pasta en todos los medios internacionales. Y estamos buscando apoyo energético dictaduras como la de Venezuela e Irán, que supongo que a partir de ahora serán democracias ejemplares.

Pero la mayor sorpresa para mí es que los periodistas podemitas habituales que vemos en la tele y amamos (Maestre, Elísa Beni, Escolar hijo, Fernando Berlín, Llamazares, etc) todos esos radicales de ultra-izquierda, referentes del pueblo y la información independiente del malvado IBEX , estos estos líderes de opinión que se enorgullecen de trabajar en medios independientes y autofinanciados, están en la misma narrativa. Y sé que no se creen lo que dicen. Porque son cultos, y leídos, y saben que este complejo conflicto no empezó hace dos meses, sino que sus raíces se remontan a 1989, y que el 2014 fue un año clave para entender lo que pasa ahora. ¿Y por qué tragan? ¿Por qué dicen palabras que no se creen? Porque saben que si dicen algo tan sencillo como “Todo este conflicto se hubiera evitado si Ucrania hubiese renunciado a entrar en la OTAN”, no volverían a salir en la televisión. Perderán su trabajo y tendrían que trabajar en IKEA, como todos nosotros. Menudos cagados. Menudos hipócritas.

Incluso Ana Pardo de Vera, directora de Público, intentó dar una opinión propia en la tele, y 24 horas después tiró de freno de mano y expresó una opinión opuesta, y alineada con la narrativa oficial. Se veía trabajando en el Primor, y dijo, bueno, ¿qué es una idea propia al fin y al cabo?.

Mientras tanto Ferreras y Pastor denuncian la censura informativa en Rusia, mientras someten a España a una única visión del conflicto. Apoyan toda censura y boicot a cualquier cosa rusa, aunque no tenga nada que ver con Putin, sea un bailarín, un nadador o una empresa de reformas de Leganés. Estamos cegados por la luz de gas.

Y ahora vayamos al gobierno. No soy fan de Podemos, pero esperaba algo más de ellas. Desgraciadamente, la nueva izquierda es igual que la vieja izquierda. La nueva política es igual que la vieja política. Pensnado lo mismo, se han peleado por el poder, se escindido por el poder, y al final han quedado como líderes(as) los mediocres, agarradas a la silla. Ire y su compi de clase. Cuando las veo en el consejo de ministros me recuerdan a cuando hacíamos trabajos en grupo en la uni. Cuando las oígo hablar no me siento particularmente inspirado, por ser suave. ¿Como denuncian esta compleja situación el partido más a la izquierda de la izquierda? Con un infantil “no a la guerra”, cantando y dando palmitas . Parecen tontas. No son capaces de un análisis más sutil que dar palmitas y repetir eslóganes del todo a 100. Id a Moscú a dar palmitas. Reuniros con Anthony Blinken o Victoria Nulen y dar palmitas. Seguro que se soluciona todo.

¿Y Yolanda, miembra del PCE y flamante prologuista de la nueva edición del Manifiesto Comunista? Calladita y a seguir el juego. Se ve llegando lejos en política (mi predicción es que acabará en el PSOE), y ha abdicado de su convicciones. Y es una pena porque Yolanda era mi favorita. Me encantaba, por temperamento, por su inteligencia, por su talante, y por muchas de sus ideas. Pero al final ha mostrado ser otra burócrata más.

Nuesta verdadera patria parecen ser las empresas armamentísticas americanas.

Pedro dice que estamos en el lado correcto de la historia. Cuando por esta mierda de guerra, que ni nos va ni nos viene, contra un país que tiene el PIB de España teniendo ocho veces más población y Dios sabe cuanto más superficie, cuando el precio por litro de gasolina sea de diez euros por litro, cuando las empresas de construcción cierren porque el precio de las materias primas es tan alto que nadie puede construir o hacer reformas, cuando la inflacción haga que tu poder adquisitivo se reduzca un treinta por ciento, cuando los cientos de miles de refugiadas ucranianas lloren hasta la última lágrima, cuando cientos de miles de hombres ucranianos acaben convertidos en carne picada, y toda Ucrania esté hecha cenizas, habría que preguntarle a Pedro ( y a Macron, a Olaf, a Johnson) ¿de verdad que estamos en el lado correcto de la historia? Nos hemos pegado un tiro en el pie que nos quedaba sano, solo para que las empresas americanas puedan vender miles de milllones de dólares en armas a Ucrania ¿Para eso nos hemos sacrificado? ¿Para eso les hemos sacrificado?. ¿Por qué no cambiamos el bonito escudo de la bandera española por el logo de Ratheon? Tendríamos más claro cual es nuestra verdadera patria.

Quién es Joe Rogan y por qué debería de importarte.

Los medios de comunicación parten de una premisa: el espectador es imbécil. Como un niño de tres años, se despista con facilidad y se aburre rápidamente. Por eso, cuando se habla de política, hay que echar el resto. En la pantalla tienen que aparecer rodeando al presentador colorines y luces, como en los programas infantiles. De fondo, suena permanentemente música bélica, como de película de superhéroes. Rótulos con titulares que cambian cada quince segundos, una banda inferior móvil con las noticias del día, hastags en una esquina para seguir el programa por twitter, un banner en la parte de arriba anunciando alguna última hora. Y además ya no se enfoca la persona que habla. Eso es de los noventa. Ahora las pantallas están partidas. En un lado se ve al «periodista» que está hablando, y en otro, la reacción del contertulio que más previsiblemente ofendido estará por lo que diga. Hay otra imagen mostrando al moderador en medio, por si se pegan.

En el supuesto de que se corra el peligro de profundizar en algún tema durante más de tres minutos, rápidamente se conecta con la modelo/periodista de redacción para darnos alguna última hora intrascendente, o desmentir el bulo de que el coronavirus se cura metiéndote un dedo por el culo. Todo el mundo va bien maquillado, iluminado, escotado, con el pelo bien brillante. Pegando voces si hace falta para asegurarse de que todo el mundo atienda.

Los temas solo se abordan de forma muy superficial, en segmentos de cinco a diez minutos máximo. Si hay un invitado, un experto, un especialista en alguna materia, tiene como mucho tres minutos para exponer todo lo que sabe del tema, antes de ser despedido y pasar a anuncios, prometiendo otra puta última hora a la vuelta de estos. A este frenesí de colorines es lo que llamamos «estar al tanto de la actualidad política».

En realidad, en los programas de política, y uno tarda bastante en darse cuenta de esto, no se habla de política. No se habla de economía, de derecho o de administración pública. Es una especie de Gran Hermano, un salseo constante, artificialmente ideologizado, en el que siempre pasa algo, que en el fondo no te afecta en nada. Los protagonistas del salseo, nuestros políticos, entran y salen de polémicas bastante irrelevantes, con personajes sus secundarios, periodistas, agrupados en bloques homogéneos, que les atacan o defienden. Es como una especie de Sálvame, pero para idiotas, porque por lo menos los espectadores que ven Sálvame por la tarde, saben que todo eso en el fondo es broma. Nosotros, los yonkis de la actualidad política, lo vemos pensado que es en serio.

La llegada de internet hizo pensar que esto iba a ir a mejor. Íbamos a ser más rigurosos como espectadores y no tragar con mierdas. Habría medios alternativos en los que informarse, y los «profesionales» tendrían que elevar el nivel para sobrevivir. Pero la cosa ha ido a peor. Están quemando los muebles para hacer un fuego con el que poder calentarse.

Sensacionalismo puro y duro para poder sobrevivir. Mucha gente todavía no sabe lo que es el «clickbait», a pesar de que lo sufre todos los días como el que sufre de gota. Titulares que intentan captar tú atención y detrás de los que no hay nada. Es una expresión inglesa que significa algo así como que te ponen un cebo para que piques, para que hagas click. Porque se paga por click, no por la calidad del producto. Son esos titulares escandalosos a los que nos hemos acostumbrado, que nos prometen una información increíble. Luchan por nuestra atención como pirañas en una piscina, en los minutos de la basura del periodismo.

La única luz de esperanza en el terreno de la información ha surgido en forma gorila que desayuna inyecciones de testosterona (admitido) y esteroides (quizás en el pasado). Joe Rogan, es un cómico, comentarista de peleas de artes marciales, y ex-presentador de reality, cuyas virtudes principales son la curiosidad, la tenacidad, y no tenerse a sí mismo como un tío muy listo. Yo le defino como el típico mazao de gimnasio que fuma porros y ve documentales, de los que habla mientras levanta pesas y toma batidos de proteínas.

El caso es que este tío empezó un podcast por entretenerse hace diez años. Y ha revolucionado los medios de comunicación sin él pretenderlo. Ha creado un un estilo sin darse cuenta. El estilo revolucionarios es este: un programa de tres horas sin estructura alguna, en las que no se entrevista , sino que se habla, como lo haríamos tú y yo su fuésemos amigos y estuviésemos tomando un café, y uno de los dos supiera mucho de algo, y el otro no.

¿Y quién va al programa? Quien tenga algo que decir que le interesa a Joe. ¿Y qué le interesa a Joe? Las artes marciales, la salud mental, la física, la historia, la biologia, los microplásticos, la psicología, la política, los porros, la naturaleza de la conciencia, el trabajo de los corresponsales de guerra, la comedia, la gente que corre ultramaratones, la gente que adelgaza doscientos kilos, ex agentes de la CIA, escritores, doctores, músicos y también Miley Cyrus.

Y ahí van a hablar tres putas horas seguidas, sin sensacionalismo alguno, sin interés en sacar un titular o nada del estilo. Sólo conversaciones a veces densas, a veces divertidas, muchas veces complejas y profundas. ¿Y cuál es la sorpresa? Que este cabronazo, este pedazo de animal llamado Joe Rogan, que hace dos mil horas de ejercicio al día, toma todas las vitaminas conocidas y mata ciervos con arco y flechas, él solo, con su productor, tiene más audiencia que el programa de más audiencia de la televisión americana. Y los medios están con la boca abierta al descubrir que la gente no es tan tonta como ellos pensaban, y ansían explorar temas complejos en profundidad. No necesitan presentadoras/ modelos, contertulios chillones, ni una polémica distinta cada día.

Un par de personas de mediana edad sin maquillar, tomando café (o whisky) y charlando de cosas interesantes, feos de cojones, por lo general. Porque Joe Rogan ha roto todas las reglas del show business: hasta la de que la gente que sale en pantalla debe de ser atractiva. Con un presupuesto mínimo. Sin marketing alguno. Sin equipos de guionistas y estilistas, ha acumulado más de mil millones de reproducciones en Youtube, y otras tantas en las otras plataformas, lo que le ha llevado a firmar un contrato millonario en exclusividad con Spotify, que hizo que esta compañía subiera de golpe 2400 millones en bolsa el día de su anuncio.

Y claro, los medios tradicionales no saben que hacer. Por eso está semana un tal Juan Sanguino ha escrito un artículo en El País (en realidad lo ha copiado de otros artículos similares en The Atlántic o el New York Times) explicándonos como el bueno de Joe es en realidad un neonazi anti vacunas, o algo así, en un ejercicio de inmoralidad periodística poco sorprendente a estas alturas. Y yo vengo a deciros: no hagáis caso. Entrenad de día, escuchad a Joe Rogan de noche. Cada día.

Jordan Peterson, un psicólogo del renacimiento.

El mito del hombre renacentista es en realidad anterior al renacimiento. Era normal que los hombres notables de la antigüedad dominasen varias disciplinas. El saber recopilado era más limitado, por lo que era normal que una persona dominase la aritmética, la retórica, la lógica, jurisprudencia, teología y alguna disciplina artística, además del campo en concreto en el que hiciese una contribución importante que ha llegado hasta nosotros.

Ahora, hay tanta gente estudiando, y tanto conocimiento acumulado, que estamos forzados a la hiperespecializacion. Tenemos que saber mucho de un poquito en concreto, si queremos ganarnos el pan. Todavía me sonrío cuando veo utilizar la credencial de un doctorado como prueba irrefutable del conocimiento global de una disciplina. Más al contrario, un doctor sabe mucho de muy poco. Con un poco de suerte, ha hecho avanzar el conocimiento en ese pedacito en el que se ha centrado durante años, obviando todo lo demás, y por eso le estamos agradecido. Para mí, un doctorado, de partida, solo es una persona tenaz.

Esto que hablaba de la hiperespecialización se ve bien en psicología. Cada licenciado, cada graduado, toca un acorde. Solo uno. Como mucho dos. Especialistas. Los hay que son conductuales, estudian la parte animal en nosotros, básicamente, cómo modificar nuestro comportamiento. Los hay también cognitivo conductuales, una sofisticación de los primeros, que quieren cambiar nuestro comportamiento con nuestros pensamientos. Luego están los psicoanalistas, centrados en el pasado y en como se expresa este en nuestro presente. Los sistémicos, que saben mucho de lo que pasa en la familia y las relaciones de pareja. Los hay que se centran en el aspecto sociológico, muy de moda en la actualidad, esto es, cómo afecta la sociedad en la que vivimos a la salud mental. Otros se centran en el impacto de los traumas. Otros, muchos, en la psicobiología, nuestro cerebro y su química interna. Endorfinas, serotonina, cortisol, y todos esos mejunjes. Otros abordan los grandes cuestiones humanas que ha estudiado la psicología y la literatura, aquello de lo que hablaban Tolstoi o Descartes, y que también afecta a Paco el carnicero. Otros saben mucho de psicología de la personalidad, las características y configuración del motor con el que vinimos al mundo, como mantenerlo en buen estado, y como arreglarlo si se rompe. Otros saben de educación, otros de cómo funcionamos cuando estamos en grupo, sea una secta o en una empresa (a veces es lo mismo). Otros se centran en la teoría de la evolución. Otros de sesgos a la hora de tomar decisiones y la economía. En los últimos años, incluso la psicología se ha hecho budista, y los psicólogos expertos en «mindfulness» aparecen por doquier.

Bien, Jordan Peterson sabe de todo eso, se sabe todos los acordes, y los integra en una sola sinfonía. Es un regalo para los sentidos. Es un orgullo para la disciplina. Es un regalo para todos. Ahora ha sacado un libro, que se llama «Más allá del orden», secuela de su exitoso «12 reglas para la vida». A mí me gustaría que el nuevo libro se hubiera llamado simplemente «Más putas reglas», pero francamente, ya ha hecho bastante por mí como para ponerme pejiguero a estas alturas. Dios te bendiga, amigo.

El espejo de lo que somos

Yo no sé de qué hablan en la tele cuando hablan de coronavirus. Llevo seis meses con la boca abierta. Discuten sobre las decisiones de los políticos constantente, como si fueran importantes. Ratios. Índices. Criterios. Luego bajas a tirar la basura, y ves los bares a reventar. Subes a casa, y ahí siguen. Hablando de la qué administración es responsable de que los números suban.

Y es que hay un debate ausente en los medios, que es a la vez económico, sanitario y moral, un debate de Estado: el comportamiento ciudadano durante esta pandemia.  

Y es que el coronavirus es poético. Porque en su naturaleza perniciosa, esconde un interesante dilema moral: los jóvenes y fuertes la transmiten, pero son los viejos y débiles los que mueren. Por lo tanto, la responsabilidad de que los viejos y débiles no mueran, recae en los jóvenes y fuertes. Un pequeño sacrificio, seis meses de moderación, que el virus circule lo menos posible para salvarles a ellos, y que de paso, la economía siga funcionando. ¿Y cúal ha sido la heroíca decisión de los jóvenes y fuertes? ¿Cúal ha sido la decisión de todas esas personas sanas que no van a morir de coronavirus, pero van a transmitirlo? La decisión ha sido el bar. Pero seguimos obviando el tema, y echamos la culpa a los políticos de que la gente esté en el bar. Ellos a su manera también son patéticos. Ninguno tiene el carácter churchiliano para decir “hijos de puta, dejad de beber diez minutos”. Todos son futuros votantes, y hay que cuidarlos.  

Esto es especialmente doloroso con la gente joven. La generación más conciénciala de la historia, la que lucha contra todo tipo de discriminación. La generación de  Gretha Thunderg, que asegura que va a salvar el planeta. La de la cosmética vegana y el Rebel Whopper. La que lucha contra el bulling, la homofobia y la transfobia. La feminista. La generación que nos lleva sermoneando años,  ironías del destino, ha tenido la oportunidad de probar su valía. Y han probado lo que muchos ya sospechábamos: las cañitas no se sacrifican por nada, ni por los más débiles. 

Ayer me mandaron esta mierda de artículo de El Salto Diario, que me dejó perplejo. Según ellos, la pandemia ha demostrado que el sistema ha fallado. ¡Coño! ¡Pero si el sistema es lo único que no ha fallado! Los políticos se han equivocado constantemente, y las personas solo han respondido a las acciones totalitarias, poniendo muy en duda que esto de la democracia sea algo que surge de forma natural. 

El sistema, sin embargo,  se ha mostrado robusto. Los alimentos no han faltado en los supermercados. No ha habido subidas de precios. No ha habido cortes de luz, ni de agua. La teoría suponía que un mundo globalizado, una crisis semejante podría haber ocasionado, como mínimo, inflación. Pues no. La gasolina no ha subido. La luz no se ha cortado. El agua salía de los grifos. La fruta estaba fresca en las baldas del supermercado, al precio de siempre. Yo no sé en qué mundo vive esta gente. 

Porque solo ese sistema del que se queja El Salto, que ha conseguido producir cuatro vacunas en diez meses, va a salvarnos. Sin ese hito de la historia de la humanidad, nos resignaríamos a vivir en un país en el que 400 viejos mueren al día, hasta que no queden más.  Porque el terraceo es sagrado, y  es mejor heredar cuanto antes. Que se jodan los viejos que mueren solos en una habitación con un tubo en la garganta.  

Solo ha habido un punto a favor de Rousseau en esta pandemia: el comportamiento de los niños, que no tienen ni piojos. En cuanto llega la pubertad, no obstante, gana Hobbes por goleada.

Tengo que apagar la tele estos días. Los anuncios navideños ñoños de siempre, ahora tienen una carga de sentimentalismo y buenismo extra por la pandemia, para mi son el colmo del cinismo. Esta pandemia es el espejo de lo que somos. Y ese espejo está sucio. Sucio y roto. 

LMDLB # 14 Barbarella

Nuevamente un programa con otro ser humano. Intento trollear a Bárbara nada más empezar acusándole de simpatizar con Hitler, pero ella me ve el envite rápido y me sigue la broma, que luego olvidamos desmentir. Barbara NO SIMPATIZA con Hitler. Es importante que quede claro.

Más adelante, yo excuso mi desconocimiento del mundo animal diciendo que «yo no soy botánico, pero…». Más fallos del programa: Bárbara intenta decir algoritmo, pero dice logaritmo, y se queda tan ancha (fue a un instituto público). Por lo demás:The Social Dilema, cintas TDK, el coronavirus y España.

Puedes escucharlo en Ivoox aquí, en Spotify aquí, y en Apple podcast aquí.

Cuchillo de palo.

Tengo yo un amigo muy majo al que le gustaría ser terapeuta. Ha vivido mucho, tiene buena cabeza, y el corazón en su sitio. En mi opinión, lo tiene todo para ser un gran profesional, ayudar a un montón de gente, y ganarse la vida haciendo algo que le apasiona. Sin saber que yo pienso esto de él, ha cometido un garrafal error: ha decidido empezar a estudiar la carrera de psicología. Es un error al que se ha visto forzado, ya que lo hace para poder ejercer. Pero yo sufro por él. La carrera le va a deformar. 

La psicología que se estudia en la universidad está tan alejado de la terapia como la química inorgánica. En mi opinión, estos estudios deberían de recibir el nombre de ciencias cognitivas, o algo así pomposo, a la altura de sus ambiciones. Sin embargo, todo el que entra en la facultad, lo hace para convertirse en terapeuta. Empiezan la universidad con ilusión, y salen de ahí cuatro años después, deprimidos, con un amasijo de conocimientos irrelevantes para la tarea que querían desempeña en un principio , pero peor aún, sin ser conscientes de ello. Una mezcla de frustración y culpa les corroe por no saber hacer lo que no les han enseñado a hacer. No solo eso, lo más dolorosamente irónico es que solo se puede hacer terapia si estudias “eso”. Es como si a las personas que quisieran ser ingenieros informáticos fueran forzadas a estudiar filología eslava para poder programar legalmente.

Y no digo que el concierto académico no sea válido. Lo es. Muchísimo. Y tiene lógica que la psicología, etimológicamente la ciencia de la mente, decidiese salir de la especulación filosófica, y haya intentado ser científica. Pero ha fallado: el fruto de sus esfuerzos es más valioso en el campo de la economía, el marketing o la tecnología, que en el de la salud. Y la gente que sufre no encuentra consuelo alguno en tanto profesional confundido. 

¿Qué se estudia en psicología? Cosas interesantes, sin duda. Por ejemplo, cómo percibimos estímulos de distintos tipos . Cúal es la naturaleza de esos estímulos. Cómo procesamos y aprendemos información. Cómo y por qué recordamos las cosas. Cómo se desarrolla fisiológicamente nuestro cerebro para poder hacer todas estas cosas. Sesgos a la hora de tomar decisiones. Y por encima de todo, se estudia cómo se estudian estas cosas: estadística y metodología. Cosas interesantes sin duda. Con esta información el psicólogo se erige en rey definitivo de las sobremesas, compitiendo cara a cara en este terreno con los licenciados en humanidades. Pero no aprende nada, nada, que pueda servir para ayudar a nadie. Lo cual es terrible. Porque la gente necesita ayuda. Y la facultad de psicología es donde la sociedad espera que se formen las personas que han de dar esa ayuda.

Dave Chappelle señala que este año nos hemos visto forzados a tener una crisis individual, de forma colectiva. Durante el confinamiento, todos, de manera simultánea, hemos tenido que revaluar nuestras vidas, quienes somos, donde vivimos, que es lo que hacemos, y con quién lo hacemos. Mucho sufrimiento. Mucho trabajo por hacer. Ojalá todas esas personas encuentren consuelo. 

LMDLB # 13 Comisión de espiritualidad.

Inauguramos los programas de espiritualidad de Los Minutos de la Basura con el psicólogo Rafael García. Podéis contactar con Rafa a través de su página de Facebook.

Podéis escuchar el podcast aquí si lo hacéis a través de Ivoox, o aquí en Spotify, y ahora, para todos aquellos que hayáis tomado buenas decisiones en la vida, aquí en Apple Podcast

LMDLB # 12 Merecemos morir

Me encanta, aproveché el interludio musical para ir a remover el puré de patatas, y me llamaron para darme cita de la seguridad social, y se cortó la canción quince segundos. ¿Puede haber algo más auténtico?.

En fin, he solucionado esa incidencia, que descubrí unas horas después de haber subido el podcast, utilizando mis conocimientos avanzados de corta y pega.

Podéis escuchar el podcast aquí en Ivoox, y aquí en Spotify.

LMDLB # 11 ¡Que viene el gorila!

Hola, la semana pasada no pude subir podcast porque me bajó la regla. Esta semana hablo de los presupuestos generales del estado (fun!), y de la Ley Celá (more fun!). Me quejo amargamente de que llevamos un mes hablando de estos asuntos en la tele, sin que en ningún momento se hable ni de presupuestos, ni de educación. Solo el salseo político. Escuchamos un poco de George Brassens y su gorila violador, y acabo con una reflexión sobre las implicaciones morales de la pandemia, o algo así.

Puedes escucharlo aquí en Ivoox, y aquí en Spotify.