Mascotas geniales.

A los pocos años de esto de internet, en medio de la euforia y la fascinación por todo, me quejé de que era cierto que uno hablaba mucho con gente afín y maravillosa, pero que esas comunicaciones virtuales no parecían concretarse luego en amistades reales. El pronosticable aumento de las relaciones sociales a través de todas esas nuevas posibilidades de comunicación no se concretaba. Yo pensaba que en Silicon Valley estarían trabajando en ello, y que pronto solucionarían este pequeño fallo en el sistema. 

Ahora, ya inmersos en redes sociales y smartphones, estoy convencido de que no es que las redes sociales no hayan conseguido atenuar la soledad, sino que, mas al contrario, la fomentan. Este es mi argumento: las redes sociales hacen que no te sientas solo, y poco a poco, te vas quedando solo. Como con la comida que tomamos los gordos para engañar el hambre, leer unos comentarios divertidos en un vídeo que te ha gustado en YouTube, ojear de qué presumen tus conocidos en Instagram y darles falso feedback, o intercambiar anécdotas sobre lo acaecido en la jornada laboral con un compañero de trabajo por WhatsApp, sirven para matar el hambre de contacto humano. Si no tuviéramos eso, tendríamos que llamar a un amigo del barrio y quedar a tomar un café con él. Pero como tenemos eso, no lo hacemos. Y el tiempo pasa, y entre likes, audios de minuto y medio, y emoticonos, uno va abdicando de las personas reales. 

De todas las distopías formuladas en los últimos diez años, en la que más fanáticamente creo es en la formulada en la película Her (Spike Jonze, 2013). En ella, Joaquín Phoneix tiene una relación sentimental con la última actualización de su sistema operativo. Si os parece una premisa chorra (a todos nos lo pareció en su momento), os sorprenderá comprobar lo bien ejecutada que está, y el dramatismo que logra construir. 

Este post continua de alguna forma el anterior sobre mi vecina Nora. No queremos compromiso alguno, la interacción social cada vez nos resulta más incómoda, y la tensión política hace que no queramos enfrentarnos a nadie que no nos la razón en todo. Pero la soledad no deja de comernos las entrañas. 

Hay una canción preciosa de Porno For Pyros. Se llama “Pets”, tiene casi treinta años, y siempre me pareció extrañamente profética. El cantante narra en los versos el fin del mundo, pero el estribillo ofrece la solución “crearemos unas mascotas maravillosas”. Siri, Alexa, Cortana. Daros prisa. Haceos nuestra amigas. Salvadnos de la gente. 

Nota: me he dado de bruces con un problema gordo al buscar una traducción de la canción Pets. El optimista “We Will make Great pets”, que yo había creído que significaba “Haremos unas mascotas geniales”, en el contexto de la canción significa “Seremos unas mascotas geniales” (de la civilización que nos conquiste). ¡Ay! La magia de la ignorancia. En fin, ya sabéis lo que dicen,  “no dejes que la verdad te arruine una buen post”. 

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