Eso es Hegel

A principios de esta semana, estaba charlando con H. en sala, durante el cambio de turno. Supongo que le estaría dando algún frenético discurso sobre algo incoherente. En determinado momento, comencé una de las líneas argumentales que he ido desarrollando estos últimos meses. Hablar conmigo no es muy agradable a veces. Es como que tengo unos archivos de audio, grabados con anterioridad, y yo simplemente le voy dando al play cuando tú has acabado de decir lo tuyo. Y generalmente, ni siquiera he prestado atención a lo tuyo. Tengo que corregir eso.
El caso es que estaba balbuceando algún rollo del estilo “mira, yo de lo que me he dado cuenta es que cada uno va a lo suyo, cada uno hace lobbing por lo suyo, y eso está bien… no pasa nada… ¡así es como avanza la sociedad! Nadie mira por el conjunto, aunque finjan que sí, simplemente defienden lo suyo, y los otros defienden otras cosas, y el resultado de la fricción entre esos bloques es lo que llamamos progreso”. Y el, tranquilamente, casi sin darse cuenta, dijo, “Ya. Eso es Hegel”. Y me quedé con la boca abierta. Y tres días después sigo con la boca abierta. Como cada vez que entiendo algo, tras mucha mucha deliberación, y fruto de la experiencia. Una verdad que poco después descubro todo el mundo conoce y da por sentado. Un conocimiento básico que viene de serie con la madurez, que entra en el cuerpo unificado de conocimientos conocido como el sentido común, y que yo he adquirido tras mucho esfuerzo, después de dar vueltas alrededor de una farola durante años como un tonto.

Y no pasa nada, eh. Cada uno a su ritmo.

Así que sí. Eso es Hegel. Inmediatamente me vino a la cabeza el conocimiento fragmentario que había adquierido en el instituto sobre ese señor. Lo de tésis, antítesis y síntesis.
Así que así es. Las feministas defienden lo suyo. Los padres separados defienden lo suyo. Los animalistas su movida, los taurinos la suya. Los ecologistas, los empresarios, los trabajadores públicos, la patronal, los sindicatos. Tu padre. Tu madre. Todo el mundo defiende su movida. Y así es como hemos conseguido, milagrosamente, al cabo de 400.000 años, llegar a esta armoniosa sociedad. ¿No es maravilloso? A nadie le importa el conjunto. A nadie. Dicen que sí, pero no. Si eres pobre votas izquierdas. Si eres rico, votas derechas. No sé si es triste o no. No sé si lo estoy simplificando o no. Es como una orquesta en la que nadie sigue una partitura o a un director, todos están intentando colar notas de su propio solo, y el resultado es la sinfonía de la historia de la humanidad. Y a veces, suena hasta bien.

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