Haberte quedado en Estagira en vez de venir a Atenas a dar por culo con tus amigos hipsters.

Muchas veces estoy viendo una película, la estoy disfrutando, la estoy apreciando. Me lo estoy pasando bien. Está siendo buen día. Solo, o en compañía de otros. Pero en el fondo estoy deseando que se acabe, y pasar a otra cosa. Me pasa con el arte un poco como con la vida. Feliz año nuevo a todos.

Posiblemente el objetivo último de nuestra existencia no sea ser felices, sino seguir con vida. Pero creer en lo primero, nos ha convertido en seres patológicamente infelices, lo cual, paradojicamente, y según las estadísticas, es el principal factor que nos lleva a poner en riesgo nuestra propia vida. A atentar contra ella.

No entiendo en qué momento surgió esta idea de la felicidad. Posiblemente todo se empezó a torcer en la venerada antigua Grecia. Aristóteles decía que todo tenía un fin último, un telos, en griego. El fin último de una tostadora, es tostar el pan. El fin último de un Renault Clío con motor de gasolina de 70 caballos del año 96, es transportarte de un lugar a otro, sin averiarse. El fin último de Risto Mejide es morirse.

Aristóteles dijo que el fin último de la vida es ser feliz. ¿De qué vas, Aristóteles? Estábamos todos ahí tranquilos cazando e intentando no morir de sífilis o viruela, y vienes tú a joderlo todo con esa imposición tremenda, esa obligación descomunal. Deberes. Aristóteles el profe coñazo que manda deberes. No tenemos bastante con estar vivos. Ahora también tenemos que ser felices.

La felicidad es un caprichito burgues, una empresa fallida a todas luces. Y el nuevo mandato de los psicólogos modernos, eso de que la felicidad es una quimera, y que nuestra vida tiene que tener un sentido para ser completa, no es más que una huida hacia delante. No hay traza alguna de utilidad evolutiva en esos conceptos. La humanidad no necesitó la felicidad ni el significado para llegar al neolítico y conseguir con ello desayunar capuccinos, o lo que fuese que consiguieran tan importante en el neolítico.

El sufrimiento, sin embargo, es tremendamente rentable para la evolución de la especie. Cambiar para estar mejor, para sufrir un poco menos y aumentar así las posibilidades de supervivencia, eso es plutonio enriquecido. La felicidad es echar un periódico en la chimenea. Genera mucha luz durante unos segundos, pero no calienta nada.

Yo no estoy diciendo que buscar una vida con sentido o buscar la felicidad no sean empresas nobles. Pero nos han adoctrinado en el instituto con la puta teoría de la evolución, y ahora no puedo dejar de pensar en ella, cuando todo el mundo en el fondo sabe que Dios puso los huesos de los dinaurios en el subsuelo para probar nuestra fé.

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *