La Ley Chochito

Imagina que el Ministro de Sanidad nos dijese que para atajar la crisis del coronavirus, lo que hay que hacer es ordenar la ropa en el amario por colores. Nosotros le diríamos, Ministro Illa, Salvador, eso es una tontería. Imagina entonces que él nos dijese “Pero bueno, qué pasa, es que no queréis solucionar el problema?” Y nosotros le diríamos, “No, Ministro, Salvador, queremos solucionar este problema, pero es que lo que usted dice no tiene mucho sentido”. Pero imagina que antes de que pudiéramos seguir argumentando, él se arrancase muy indignado con un “¿Es que queréis que muera gente? ¿Es que os dan igual las personas mayores? ¿Queréis que se mueran mis padres? A lo mejor cuando se mueran tus padres de coronavirus te arrepientes de haber puesto trabas a la lucha contra esta terrible lacra ”. Y claro, ya nos pone en un brete. Porque nadie quiere que se mueran los padres de nadie. Salvo los suyos propios, cuando uno es adolescente.

Pero a lo mejor, si superamos nuestra confusión y culpabilidad por haberle llevado la contraria a una persona que se ha puesto muy seria, podríamos decirle “Ministro, estamos de acuerdo en que hay que poner todas las medidas posibles en la lucha contra el coronavirus, es más, no hay atajos en la lucha contra el coronavirus, solo que quizás podríamos utilizar medidas más eficaces, como por ejemplo hacer agujeros con el taladro en la pared del salón, formando un patrones simétricos”. Pero él se agita mucho ante esta propuesta de consenso, y nos empieza a acusar directamente de ser parte del coronavirus. Tras un buen rato de discusión, puede que incluso acabemos faltándole el respeto al Ministro, lo cual estaría feo, ya que él es Ilustrísimo, y deseando la pronta muerte de sus padres.

Análogamente, la nueva ley esa antipiropo, no sirve. Totalmente a favor de luchar contra el acoso callejero. Nadie ha ligado nunca diciéndole a una tía una sandez, por lo que si los hombres dejan de decir cosas a las tías por la calle, nadie va a perder nada. Pero no de esa forma, porque es una chorrada. Es una tontería. Y nadie lo dice, porque tienen miedo. Tienen miedo de que les digan que son personas horribles. Nadie dice, Ministra Montero, Ire, esa ley es una estupidez. Porque al contrario que el Ministro Illa, la ministra Montero, Ilustrísima también, nos dirá algo así como “¿Qué pasa es que estás a favor del acoso a las mujeres?” Y claro, nos sentiremos mal con nosotros mismos, tristes y confundidos.

No se puede llevar a cabo, porque el acoso callejero que intenta castigar, se lleva a cabo por desconocidos. Aunque haya testigos, ninguna tía va a ir a una comisaría a decir “un tío me ha dicho que vaya chochito”. El policía dirá, vale, y quien es. Y ella dirá. Pues uno. Y el policía dirá: y como le encuentro. Y ella dirá, no lo sé, pero cumple con la ley, hijo de puta. Y él pensará, madre mía, y yo que me metí en esto para acabar con ETA. Y en eso se quedará todo. Por lo que en la práctica, esto solo será un instumento a disposición a las mujeres para hostigar y/o castigar fácilmente a hombres de su entorno con los que tienen algún problema personal.

Yo solo estaría a favor de esta Ley si la llamasen Ley Chochito. Solo por escuchar a Meritxel Battet anunciar la votación de La Ley Chochito en el Congreso de los Diputados, para mí ya merecería la pena. Me imagino a los diferentes portavoces argumentando a favor o en contra de la Ley Chochito. Abascal diciendo “¡La ley Chochito es liberticida!”, y Carmen Calvo diciendo “¡La Ley Chochito es el mejor instrumento para proteger a las mujeres!”, y el portavoz del PNV, Aitor Esteban, diciendo “Estamos a favor de la implementación de la Ley Chochito, pero con moderación”. Eso sería divertido. Eso bien vale un arresto domiciliario.

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